Joaquín Morales se ha consagrado como uno de los más logrados dibujantes hiperrealistas de España, moviéndose entre la precisión técnica y la carga emocional o poética de cada escena. Su arte es una invitación a detenerse, respirar y descubrir mundos en el detalle aparentemente cotidiano. Su trazo es claro, honesto y su lenguaje profundamente intimista.
Ante sus dibujos, el espectador revive con contemplación pausada un tiempo de soledad donde cada línea es un eco de la memoria.
En muchos de sus dibujos retrata La Mancha con aplomo descriptivo, pero también refleja el abandono urbano o la crudeza social. Personajes costumbristas, rostros con capas y miradas introspectivas: sus retratos son narraciones sensibles que fragmentan amores y desamores, emociones contenidas tras el silencio del grafito.